Deja de quejarte y empieza a actuar

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Deja de quejarte y empieza a actuar

Dejar de quejarse y empezar a actuar es un cambio de actitud capaz de transformar la vida de las personas de forma radical. Pero ¿Qué es la queja?, ¿Por qué la utilizamos? ¿Qué esconde este hábito? ¿Qué podemos hacer para dejar de quejarnos? ¿Cómo puede mejorar nuestra vida el abandonar la queja como forma de relacionarnos con los demás? 

Tanto la sociedad en la que vivimos como en la época en la que estamos, quizá sean unas de las mejores en cuanto a calidad de vida y bienestar. Podemos decir que, a nivel general, tenemos todas nuestras necesidades básicas cubiertas, el nivel de vida y bienestar alcanzado es probablemente el mayor de toda la historia de la humanidad y sin embargo, no paramos de quejarnos. 

Parece que nada nos es suficiente, parece que nada nos completa del todo, cuando queremos algo y lo conseguimos, rápidamente empezamos a desear otra cosa, ya sea algo material como un coche, una casa, ropa, un reloj…, o inmaterial como un trabajo, una amistad, una pareja, etc. 

En el mundo actual con la exposición permanente de nuestras vidas en las RRSS, se contribuye todavía más a generar esta insatisfacción general que nos lleva a compararnos con los demás de forma habitual y en la que siempre nos juzgamos como perdedores.  

Pero ¿por qué nos quejamos? 

En principio la queja se utiliza como expresión ante un malestar o frustración, de forma que al expresarla intentamos liberar parte de ese malestar. También lo hacemos para llamar la atención de los demás y en cierta manera recibir consuelo o apoyo; a veces también como tema de conversación cuando no hay otro más interesante o pensamos que vamos a tener el mismo punto de vista que nuestro interlocutor. 

Es normal quejarse por un problema importante, pero aquí nos referimos a cuando la queja se convierte en un hábito constante, en una forma de comportarnos y relacionarnos con los demás, sobre todo en personalidades pesimistas o exigentes. La queja se convierte en un desahogo frente a nuestras circunstancias y en nuestra forma de comunicarnos. En realidad, nos quejamos por todo, si nos pasa algo, si no nos pasa, si alguien nos dice algo, si no nos lo dice, si tenemos que hacer algo, si no tenemos nada que hacer, etc., más que un hábito se convierte en una forma de estar en el mundo. 

Quejarse y amargarse la vida es un hábito dañino que afecta a nuestro propio bienestar y autoestima pero que además contamina las relaciones personales con los demás. La gente que nos escucha acaba agotada de tanta queja. Es una queja inútil. Te desahogas sí, pero no sirve de nada, no cambia nada. Además, genera mucha negatividad, se convierte en un filtro por el que se pasa todo lo que nos rodea, impregnándolo todo de un halo de amargura y frustración. 

¿Qué es lo que esconde tras la queja? 

Con la queja, nos ubicamos en la posición de víctimas y adoptamos un papel pasivo en lo que nos sucede. No afrontamos la situación que nos molesta y por lo tanto no resolvemos nada, lo que nos lleva a quedarnos atascados y no conseguir desarrollar nuestro verdadero potencial. 

También está relacionada con la dificultar a la hora hacer autocrítica. Este tipo de personas no se responsabilizan de sus errores y siempre culpan a los demás de todo lo que les sucede. Se caracterizan por tener un locus de control externo, ellas perciben que todo lo que les pasa o sucede no depende de ellas sino de los demás. Adoptan por tanto un rol pasivo antes las circunstancias de su vida. 

¿Qué podemos hacer? 

– Ser consciente de que estoy todo el rato quejándome. Tomar consciencia de este hábito sería el primer paso para adoptar otras conductas menos dañinas a la hora de rebajar mi tensión, estrés o malestar. 

– Cambiar la perspectiva de lo que me sucede, quitar mi atención de aquellas cosas que no me aportan y ponerla en aquellas otras que me pueden interesar o convenir 

– Pasar a la acción. Si realmente hay algo que me resulta verdaderamente molesto, lo mejor que puedo hacer es afrontarlo e intentar cambiarlo si esta en mi mano. Nos sorprendería la cantidad de veces en las que adoptando una posición diferente respecto a lo que nos molesta podemos conseguir resultados diferentes. 

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Esto no significa que nunca más podamos quejarnos, sino que cada vez que haya algo que nos genere incomodidad, enojo, o frustración, y vayamos a quejarnos, lo hagamos, pero acompañado de una solución al problema, una reflexión, una idea que nos haga afrontar el problema desde otra perspectiva. Esta sería la queja útil, aquella que nos lleva a hacer algo para cambiar la situación o para recibir la ayuda de los demás si la necesitamos. 

Pregúntate ¿lo que te está pasando está bajo tu control? ¿puedes hacer algo por resolverlo o se escapa a tu control? Si está bajo tu control asume la parte de tu responsabilidad en la situación y pasa a la acción para el cambio. Si no está bajo tu control, acepta lo que sucede y no te quejes por ello puesto que, si realmente no está bajo tu control, nada puedes hacer por cambiarlo. 

Realmente si cambias la perspectiva desde la que mirar las cosas, verás que cambia el impacto que genera en ti la misma situación que hace un tiempo te superaba. Pero para ello tenemos que realmente querer salir de esta dinámica estéril de queja infinita y enfrentarnos a las situaciones, hablando con las personas y exteriorizando de forma constructiva las preocupaciones que tenemos o las peticiones de cambio en los demás. Si me quejo porque no me gusta como me trata mi pareja tengo que decírselo de forma asertiva, si no me gusta mi trabajo tengo que afrontarlo y buscar otro que me guste más, si me sobran unos kilos, tengo que cuidar la alimentación y hacer más deporte… hay que pasar a la acción. 

Por último, si no puedes cambiar lo que te ocurre, o no sabes cómo hacerlo, anímate a contactar con Cenit Psicología. Estaremos encantados de ayudarte en el proceso

 

Autora: Nina Villalba Martín

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